Son como niños, Pablo, son
como niños. Te lo cuento. Ya sabes que no hay ayuntamiento, corporación
municipal o concejo que se precie, que no disponga, -a base de nuestros
impuestos, naturalmente-, de fabulosas instalaciones deportivas municipales,
que la salud y la forma física de los contribuyentes es muy legítima y
necesaria, ya que si estos pobrecitos explotados fenecieran, ¿quién habría de
seguir pagando las formidables expensas que nos cuestan los políticos? Bueno,
no quiero ponerme muy crítico con esta pandilla de golfos apandadores, así que dejémoslo estar.
El caso es que de un tiempo
a esta parte les ha dado por llevar -al público en general y al pagano en
particular- las bondades del ejercicio físico. ¿Cómo? ¿Con grandes campañas
publicitarias? ¿Con educación social? ¿Con concienciación educativo-formativa?
¡Quia!
Se han gastado una pasta
gansa en sacar a la calle la cultura del “bien estar”, o sea, del estar en
forma, montar unos parques gimnásticos eólico-sociales-recreativos, al aire
libre y con poco gasto, es decir, para mantener en “forma” a un segmento de la
sociedad: la tercera, cuarta o quinta edad; esa gente perezosilla que, harta de
trabajar toda la vida, se adhiere a su derecho a vivir según su criterio del “dolce far niente”, tan mediterráneamente
genuino, y que ha decidido morirse lo más tarde posible.
Sucede que esos
ayuntamientos, corporaciones municipales -o lo que diablos sean (con perdón)-
son unos irresponsables o unos retorcidos villanos.
Los viejos, -¡qué caramba!-
son una especie en peligro de supervivencia. Cuestan un ojo de la cara en
recursos médicos, medicamentos farmacéuticos, cuidados, terapias,
rehabilitaciones... Pero son molestos porque tardan en morirse y ya no aportan,
aunque sí consumen, ingentes cantidades de recursos públicos que antes pagaron
para otros.
Así que, ¡a por ellos! (disimuladamente,
-of course-, sin que se note). Por
eso, en el maremágnum de aparatos formativos, saludables, vigorizantes, etc.
han olvidado(?) casualmente añadir algún cartel con las recomendaciones /
instrucciones de uso.
Mi Santa, que ya sabes cómo
es, se lanzó nada más verlos, a darles un uso conveniente. Por más que le
recomendé moderación, sosiego, calma, consejo y, sobre todo, cordura de uso,
ella, cegada por la emoción, por el deseo de rejuvenecimiento “fórmula gimnasio en 10 días” se lanzó
insensata –como una insensata niña -a reconducir sus dificultades atléticas en
un santiamén.
Y como “lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”, no pude
convencerla de la tontería que estaba cometiendo, aventurando su integridad física
en tan vano intento de rejuvenecimiento exprés.
Total, que se me dislocó la
tibia y el peroné izquierdos y tiene una fisura en una costilla flotante causados
por una caída de lo más tonta.
Pero todo tiene sus
ventajas. A partir de ahora tengo motivos para darle por donde más le duele:
depende de mí.
¡Qué “malo” soy!