domingo, 22 de diciembre de 2013

La San Silvestre

     Mi hijo el mayor, el cachondo mental, me propone participar en la San Silvestre Vallecana de este año. Él es un atleta consumado y yo no sé realmente si tomármelo en serio o debo pensar que se quiere reír de mí. Evidentemente, pienso que está de guasa. Le sigo la broma, pero poco a poco el asunto va tomando un cariz más serio y profundo. Tanto es así que finalmente amenaza con ser definitivo e inamovible. Ya ha comprometido a su tía “Mon-t-se”, a su marido, a su novia, a mi Santa -a la que disfrazará de árbol porque le da vergüenza que la reconozcan- y a no sé quién más. La va a liar parda.
     Yo me defiendo como puedo; me disculpo diciendo que ya no tengo años para ello. Insiste una y otra vez, es más pesado que una vaca en brazos. No cede. Intenta liar a todo el mundo.
     Yo no sé cómo escabullirme, pues está muy pelmazo. Alego en mi defensa que hace mucho tiempo que no hago ejercicio físico, que estoy mayor (pretendo dar pena). Digno hijo de su madre, no me escucha, no me hace caso y va a la suya. Insiste. Insisto. Lucho para defenderme y evitar el imposible: escaquearme. Así que, finalmente, en un postrer intento por evadirme, aseguro que iré en taca-taca.
     - Genial –responde. Hay un apartado para el humor –dice con gran gozo. Yo iré con un gorrito de Papá Noël y de tu manita si hace falta. Tú ya sabes que lo importante es participar.
     - ¡Cría cuervos!

     Nota del autor
     Queridos seguidores:
    Os dejo una temporadita tranquilos mientras disfrutáis de unas merecidas vacaciones sin mis  historietas. Sin embargo, regresaré el 12 de enero. Espero que hayáis sido buenos y que los Reyes os hayan traído muchos regalos a todos.
     Que paséis unas felices Navidades y tengáis un próspero Año Nuevo y todo eso.

domingo, 15 de diciembre de 2013

La Susi ha desaparecido

     La Susi hace algún tiempo que está desaparecida. La crisis también ha llamado a su puerta. Ella, que es una chica desenvuelta, decidió, como tantos otros "JASP" -jóvenes aunque sobradamente preparados- hacer las maletas y partir en busca de un futuro más esperanzador que el presente que aquí tenía. Así, un buen día en que estábamos todos reunidos nos comunicó con su habitual desparpajo, como que no quiere la cosa, -y sin anestesia- que se iba a “hacer las Américas”.
     Como es natural, nos quedamos muy sorprendidos y repentinamente enmudecimos todos. Sentí que se mascaba la tragedia. El silencio fue total.
     El primero en reaccionar fue Pablo, su padre. Tan solo fue capaz, por un instante, de inspirar lenta y profundamente el aire enrarecido de la salita y dar un fuerte resoplido después. Luego se llevó la mano a la boca, apoyó el codo en la mesa y miró a ninguna parte. Estaba desolado.
     Yo lo observaba, entristecido. Sabía el terrible mazazo que suponía que la niña de sus ojos se marchara de casa. Ya hace algún tiempo, cuando estuvo de Au Pair, primero en Austria y después en Irlanda, costó trabajo acostumbrarse. Ahora, América... Demasiado lejos.
     Así estábamos: absortos y traumatizados por el anuncio de la Susi hasta que, finalmente, tras lo que parecía un inacabable silencio, mi mujer preguntó inquisitiva, en su estilo habitual, realizando una batería incesante de preguntas que disparaba infatigable, como una ametralladora:
     - ¿Qué? ¿A Argentina? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Con quién? ¿Por qué? ¿Nos escribirás? ¿Quieres que hable con Puri? Fabio, su marido, es argentino. Ya sabes que lleva muchos años aquí... y la verdad es que no le va mal del todo, ¿no?
     (Mi mujer en estado puro. Todos abatidos por el sorpresivo anuncio y, ella, en cambio, ¡como siempre!, a lo suyo).
     - Ya, pero es que Fabio vive en España y ella se va de España -recalcó Pablo con cierto retintín. Además, nadie ha hablado de Argentina – prosiguió. Allá tampoco están para tirar cohetes, dijo finalmente.
     - Irá a la América de habla hispana, tal vez a algún lugar de Sudamérica –supuse yo. Ahora muchos jóvenes están empleándose en Chile, un país que está alcanzando un cierto desarrollo económico y social.
     - La verdad es que... -titubeó la Susi- me gustaría poner en valor mis conocimientos de inglés y vivir en un país grande, acogedor, donde las oportunidades existieran realmente. Un país donde nadie se sintiera extraño... ¡¡¡Estados Unidos!!! -exclamó con energía.
     Bueno... Esta chiquilla siempre haciendo locuras -pensé yo. Ahora nos quedamos todos un poco huérfanos. Hasta mi Santa estaba preocupada por su porvenir.
     Ciertamente, una cosa era vestir vaqueros, tomarse una hamburguesa en un McDonald’s o en un Burger y beber CocaCola, y otra muy diferente era irse tan lejos para revivir "el sueño americano".
     ¿Triunfará la Susi en América? 
     Who knows!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Pensará el lector...

     Pensará quizás el lector que -con tanto hablar de mi Santa y de mi azarosa vida de pareja   - ésta se halla plena de desaires provocados por nuestra relación tormentosa (?). Quizás el avispado lector sospeche que nuestra vida está vacía y que ya nada nos une. Nada más lejos de la realidad. ¡Ah, las fabadas y los postres contundentes que prepara! ¡Y luego, los regímenes de hambre a que me condena para compensar los excesos previamente cometidos! Tanto lo uno como lo otro unen muchísimo, os lo digo yo.
También une mucho dormir en una cama redonda y giratoria. Tengo vértigo, me mareo y me abrazo a lo que puedo. Así que me pego a ella para no caerme al suelo. Ahí, en ese momento, en el lecho del dolor, se aprovecha de mí y me somete a un tercer grado con sus innumerables preguntas: ¿me quieres..., [...], me amas...? Yo, en tal situación, digo a todo que sí, más que nada por acabar pronto y ver si me pudiera dormir y se me pasara el mareo. Pero ella insiste en seguir haciéndome el amor, aunque yo preferiría dormir o en todo caso algo de sexo. Pero, no; como siempre, ella, a lo suyo. 
     Quiero a mi esposa.
     - ¿?
     ¡¡¡Sí, qué pasa!!! Sí, la quiero. Es cierto que a veces lo que quiero es no verla. Ella tiene sus defectos, como todo el mundo, pero me quiere. Ella también me quiere... Unas veces lejos, muy lejos; otras, aunque no lo parezca, amarrado a su vera; las más -indiferente- me deja hacer lo que yo quiera (siempre y cuando esté dentro de sus esquemas teóricos de la libertad, pues en caso contrario me lo hace saber. ¡Y cómo!).
     A veces, para demostrarme que me quiere (digo yo que es para eso) me abraza muy fuerte, muy fuerte. Tan fuerte y con tanto sentimiento que casi me ahoga. Por eso yo rehúyo el combate cuerpo a cuerpo: porque me gana. Fijo.
     Creo que en un par de ocasiones he tratado en este blog de la posibilidad de deshacerme de mi Santa, tal era la desesperación que tenía en aquellos momentos. Una de ellas fue con la película “El crimen perfecto” y la siguiente con el suicidio sugerido, que casi se me vuelve en contra. Recordáis que también pensé en el divorcio. Y luego, como vi que era muy caro, en la espantada, es decir, en el “ahí te quedas”.
     En una ocasión, viendo que todos los supuestos contemplados para deshacerme de ella eran inútiles, le dije muy serio aquello que había oído en una película: “Aquí sobramos uno de los dos”. Ella, presta, me abrió la puerta y me invitó a salir. Yo, decidido, fui a la habitación y cogí la maleta que tenía preparada hacía tiempo y me dirigí a casa de mi madre.
     A las dos horas oí el timbre de la puerta, observé por la mirilla y vi que era ella. Abrí y, con la sonrisa de quien se sabe vencedor del pulso, le pregunté:
     - ¿Al fin te has dado por vencida?
     Me miró muy seria, de arriba abajo, hizo una mueca de desprecio, me cogió de la oreja y me dijo:
     - Anda, arrea para casa, que te has llevado mi maleta.
     (Si es que...)

domingo, 1 de diciembre de 2013

Novios

     María Antonia y Juan Luis se quieren. Están muy enamorados. Y como todas las parejas, salen juntos los domingos, pasean por el parque, van al cine, se hacen arrumacos y dejan ver su amor por donde quiera que van. Y, como todas las parejas de enamorados, planean su futuro. Ellos, tras un largo periodo de noviazgo, han decidido –por fin- casarse. Ahora tendrán que comunicárselo a sus respectivas familias. Les asaltan las dudas sobre si les aceptarán mutuamente. Como son tan conservadores, ¿se lo tomarán bien? Ella es algo mayor que él y esto puede ser un obstáculo según su opinión. Él no es de “buena” familia, así que tal vez sea rechazado por la de ella. Lo peor quizás sea el golpe emocional que recibirán sus hijos al saber la noticia de la boda. Claro que, estos, con casi sesenta años de edad, no deberían sorprenderse de nada.
     -“Teníamos que regularizar nuestra situación por el bien de los niños, no queríamos darles ningún disgusto” -han dicho los novios para justificar el retraso de su decisión. Todo sea por el bien de ellos –han añadido finalmente.
     Era una decisión muy seria, ciertamente.